¿Sabes esos días en los que te levantas y el pantalón no te aprieta, tienes la piel luminosa y resplandeciente y el pelo decide estar de cine como salido de la pelu?
¿Y aquellos otros días en los que, al contrario, te levantas hinchada, con un grano enorme en la frente, el pelo no hay quien lo peine y tan solo levante… ya estás girada?